Este libro nos muestra en toda su magnitud la capacidad del autor: breve, intrigante, exacto en su terminología y con ese sabor a poco que nos apasiona a los lectores porque nos permite crear mentalmente mil opciones para imaginar cómo seguirá el autor, pero allí no termina el regusto literario. La obra de Pablo es una composición literaria acorde a las mejores mesas servidas en los banquetes imperiales dónde las copas – los relatos- se suceden con buenos maridajes y permiten siempre esperar que el próximo plato – la próxima obra- nos depare nuevas y mejores sorpresas.
Siempre ha sido para mi gusto un deleite de los sentidos el dejarme llevar por sus escritos, he disfrutados de la historia a través de sus historias y me he fascinado de la forma en que desde algo tan trivial como pueden ser unas monedas que caen, no lleva a ficciones o a pensamientos superiores.
Aprecio la terminología de precisión quirúrgica empleada, la palabra exacta para marcar el tiempo en una frase, el gozo del recuerdo que provoca una situación relatada, la sonrisa cómplice que despierta el saberse burlado pero en pro de otras lecturas y el disfrute de saber que el relato termina pero permite las relecturas porque de el surgen nuevas asociaciones.
Esta recopilación de relatos es como ese postre que esperamos porque nos agrada degustarlo lentamente para poder saborearlo en cada bocado. No merece perderse, es más, uno concluye la lectura deseando encontrar en el estante otro nuevo para continuar paladeando buena lectura.
CARLOS DÍEZ GONZÁLEZ – Madrid, España.
Puede que usted piense que tiene entre manos un libro de relatos. No se equivoque. No deje que esas pastas que enclaustran las hojas le despisten. La sucesión de páginas puede parecer convincente, es cierto. No dudo de que la estructura convencional de prólogo, índice y textos intitulados y rigurosamente separados con el uso hábil del blanco tipográfico, resulte familiar; casi parece regalar una certeza indubitable. Puede que, como la mayoría, caiga en el error.
Pero existe una ínfima, una levísima posibilidad de que pertenezca usted al reducido conventículo de quienes son testigos de una suerte de hierofanía literaria. Si así fuera, pronto se dará cuenta de que acaba de entrar usted en un laberinto y tiene entre sus manos una llave maestra que le permite cruzarlo en muy distintas direcciones. Lo único que no le permite, es salir de él, pero no se preocupe: no querrá hacerlo.
Cuando usted empiece a entender que las historias de este libro son paredes y a la vez techados y a la vez vigas y a la vez suelo y esquinas y pasadizos del dédalo cuyo centro es usted mismo, no tomará los relatos que está a punto de disfrutar como "cuentos" independientes, sino como revelaciones distintas de unas verdades inmutables; unas realidades que usted lleva toda su vida sintiendo y al mismo tiempo, ignorando, o más bien, disimulando que las conoce. A saber: la inextricable naturaleza del tiempo, la eviterna cuestión sobre la identidad, la irrevocabilidad (o no) del ser y la maleabilidad de la mente ante un universo del que nos sentimos a un tiempo partícipes y exiliados para agazaparnos en nuestra autoprotectora individualidad o mimetizarnos hasta la indefinición en el rebaño colectivo.
Si usted sabe utilizar la llave maestra, pronto reconocerá en este laberinto las inquietudes a las que le da vértigo asomarse, que son las mismas sobre las que muchos han querido escribir, pero muy pocos -sólo los mejores, de quienes a un tiempo es deudor y heredero el diseñador del laberinto- han podido narrar con la habilidad que ahora se presta a gozar. Todo ello aderezado con el verbo suntuoso de quien sabe dignificar el idioma a cuyos lomos cabalga. Si permanece atento, aprenderá a derribar los muros del dédalo para atajar entre los relatos y llegar a otro como si de una estancia aparecida ante sus ojos se tratara. Y cuando reconozca la melodía que con distintas sintonías se canta en estas historias, comprenderá que es usted quien las protagoniza, quien habita el laberinto, quien, de un modo mágico, le da vida.
Bienvenido a un viaje que usted llevaba tiempo deseando emprender. No sabe cómo envidio su situación de poder llevarlo a cabo por primera vez.
MARÍA DOLORES JIMÉNEZ GALLEGO – Palma de Mallorca, España.
¿Dónde querrá llevarme? Quizás esa es la pregunta que normalmente acude a mi cabeza en la segunda página de cada uno de los relatos. Imagino la sonrisa maliciosa del autor engarzando todos esos detalles que convierten una historia corta en un estudiado laberinto de información que enriquece al lector curioso. Entre las páginas el lector gozará al paladear un copioso léxico, milimétricamente utilizado, delator de los diversos matices de la lengua y obsequiante con el descubrimiento de aquello que nunca supimos expresar.
Nos encontramos ante bellas historias como “Regreso a Los Perales” o “Un mundo tan frágil y defectuoso”, narradas al detalle, como si una cámara de cine nos dirigiera entre renglones. También pensamientos como en “Sospechas baldías” en el que un simple mosaico de baldosas negras y blancas nos lleva a esas preguntas cuestionadas a nuestro yo del momento. Y no puedo dejar de mencionar el cuento “El Albacea burlado” tras cuya lectura sólo puedo decirle al autor: Gracias.
Mi felicitación a todos los que en el camino se encuentren con este libro. El descubrimiento de un lugar perfecto en el que perderse y al que retornar para redescubrir.
Muchísimas felicidades, señor.
DAVID RECHE ESPADA – Valencia, España.
Propuestas como éstas no se pueden dejar escapar, porque cuando uno ha conocido al autor, sabe que se trata de alguien con quien no estaría de más compartir charlas, anécdotas, mesa y barra de bar. Sabe que una gran persona anda rondando cerca y que por tanto es un honor contarse entre su grupo de admiradores y lectores.
A quienes le hayan conocido más profundamente que yo, y no, no me tomen la literalidad, seguro que les vendrán a la cabeza miles de buenas palabras que ahora a mí me faltan para calificar a una persona de la que no tengo el gusto de saber más que lo que el milagro informativ(c)o de la sociedad de la red nos permite.
Bueno, es un comienzo: envidiar a todos aquellos que conocen a este autor más allá de sus letras, más allá de la hoja de papel o de la pantalla de su ordenador; tener la esperanza de contarse algún día entre los amigos clásicos, o previrtuales, si se me permite el palabro, para que en cualquier local donde sirvan buenas copas a altas horas de la madrugada, te hable de cómo escribe, cómo engarza las palabras, las ideas, como construye la belleza para plasmarla en relatos.
Lean "Forjador de Penumbras". No es un imperativo, es un consejo. Pero con tranquilidad, su lectura merece la degustación, el paladeo, buscar los matices. Porque sin duda el amigo Pablo es una persona de matices, qué otra cosa se puede esperar de un admirador del sabueso Fray Guillermo de Baskerville pero que al mismo tiempo disfruta con las ocurrencias de Benny Hill o de Torrente, el Brazo Tonto de la Ley. Tengan por seguro que la sabiduría de uno y la socarronería de los otros deambulan alegres, a veces de la mano, por entre las líneas con las que Harry nos regala el don de su creatividad.
¡Oh! Pero no crean que son palabras huecas, en verdad estamos ante un artesano prolífico al que le gusta elaborar filigranas donde nada sobra y donde todo es adorno a los ojos. Así como sus relatos son ricos y cuidados, igual de rica es la fuente de su imaginación, de la que manan nuevas historias.
¡Felicidades a lector y autor por la comunión que están a punto de comenzar!
REBECA NAVARRO CANALES – Valencia, España.
Para la lejana cultura clásica griega, Atlas era una criatura deificada, encargada de la difícil labor de mantener el Cielo y la Tierra desmembrados; no era el único, pero sí es quien mucho después dio nombre al Océano Atlántico. Muchas veces he pensado en lo mucho que la casualidad juega un papel decisivo en nuestras vidas, por ejemplo, un simple click en el enlace de una página de Internet. Porque sí. Sin razón aparente. Un poco de éso, serendipia, y un poco de aquello, afán de curiosear, y de pronto entras en un foro de relatos, también por ejemplo. A día de hoy, Internet, ésa red de cableado mundial, laberíntica y que representa un triunfo de la ciencia y por tanto de las aplicaciones tecnológicas de ésta, es lo único que nos hace ver hacerse muy pequeño ese oceano que antaño supuso un obstáculo irrealizable para muchos. Gracias a ella conocí una infinitesimal porción de los mundos que habitan en cada una de las mentes de los visitantes de este lugar.
Pablo escribe sobre historias que todos hemos podido imaginar y admirar, pero que muy pocos sabríamos plasmar en una hoja, ya sea de un corrector de textos, o en un manuscrito. Escribe sobre el amor, sobre la historia, sobre la mitología, el pasado, o prefiere centrarse en personajes magníficos descritos al dedillo, con detalles sencillos pero que hacen al lector imaginarles casi como si los pudiesen observar en ese mismo instante de tiempo. Su estilo minucioso al describir cada situación también es de sobra conocido por todos, pero si yo me tuviese que quedar con algo, es más, si tuviese que escoger un rasgo que le caracteriza, ése que no puede evitar expresar porque forma parte de él, es el de su humor corrosivo; quizá por vanidad -yo tampoco puedo desprenderme del mío-, por admiración, o por ambas.
Durante el transcurso de las páginas, rían, lloren, tengan miedo, amen en secreto o proclamándolo a los cuatro vientos; viajen hacia el pasado, ya sea uno fantástico o un fragmento de lo acontecido a la humanidad en el pasado, y conozcan esa millonésima parte de información custodiada en el entramado neuronal de un escritor con mayúsculas.
PAU DIEZ I OLIVA – Barcelona, España.
El hombre y el escritor cruzan sus caminos en algún instante de la vida. Para algunos es un imperceptible momento que dejaron en alguna frase, grabada en algún lugar. Para otros se convierte en un viaje desconocido de sí mismos. Este es el caso, un hombre comprometido con las letras que ha logrado esa grata compañía, para lo bueno y para lo malo, del escritor que le acompaña.
Su mediación humana ha hecho posible que las letras expliquen y hagan cercana la generosa historia que como hombre conoce y reconoce. Su mediación personal le acerca al Moisés de la nueva era, abriendo las aguas que nos distancia del saber contar aquello que nos contiene, un camino hacia la libertad junto al pueblo que pertenece.
Tanto o más loable es su actitud personal, arriesgando las emociones a favor de otros, sin pereza de volver a emprender senderos de lo incierto durante las novedades, la única manera de continuar conociéndose en las variables de la existencia. Con un ejemplar así ¿quién no quisiera seguirle los pasos?, como poco abrir la grieta del muro para que fluya la riqueza de lo humano que predica en sus textos. Felicidades.
LAURA JULIANA GÁLVEZ – Cali, Colombia.
Pocos escritores se ganan la admiración de sus lectores. Empiezas a leerlo y te encuentras con un juego exquisito de palabras dónde puedes armar y desarmar frases que hacen realmente reconocer que hay motivaciones relativas en medio de este capitalismo que nos abraza, como por ejemplo los escritos del presente libro que hacen que existamos en la retórica, y creamos que en el mundo hay algo más, como un no sé qué espiritual que nos hace habitar en un espacio de motivaciones que generan los personajes de los escritos, pero que en realidad esta sensación es creada por este autor.
Forjador de Penumbras es una fabulosa recopilación de cuentos fantásticos que adentra al lector en un mundo desconocido donde leído el primer renglón se convierte en una deliciosa adicción en la que se sumerge y es imposible salir hasta leer la última palabra. Relatos que además de entretener, regocijar por su prolijidad, esmero y dedicación hacen reflexionar, meditar y analizar acerca de eso que pensamos como irrealidades pero que finalmente son una realidad ignorada.
En muy pocos momentos, casi en ninguno, es posible activar los cinco sentidos al mismo tiempo. Si deseas experimentar esa sensación, lee está obra; es más, me atrevo asegurar que aparecerá un sexto sentido el cual sólo se mostrará cuando con detenimiento y minucia se lea a nuestro Pablo. Es indescriptible así que sólo me queda decir que si se quieren experimentar sensaciones jamás pensadas al leer, hay que tomar en manos “Forjador de Penumbras”
Además de Abogado y magnifico escritor detrás hay un ser humano en toda la extensión de la palabra, sensato y con un cerebro gigante invadido por un humor excepcional repleto de ironía y sarcasmo, además es, un caballero. Afortunados sus amigos y quienes podemos tener un intercambio de letras con él a través del mundo virtual.
JORDI VANRELL – Barcelona, España.
Lo mejor de no conocer personalmente al autor de este libro es que uno puede soltar las barbaridades que se le ocurran sin temer errar en las percepciones mutuas, perder amistades o recibir una bomba en el buzón. Es como hacer una mala crítica de The Beatles sin tener que firmarla. Por eso, desconocidos lectores, pueden ustedes creer que lo que aquí escribo no son mentiras inspiradas en los ceros inscritos en un cheque. De hecho, solamente he visto y leído algunas de sus letras; más que suficiente.
La prosa de Pablito, el Hacedor de Lluvia, alberga cualidades que la hacen única en su desarrollo, única como cada uno de nosotros. Aludiendo a los apellidos que aquí he puesto, no vaya a pensar el lector que su lectura provoca borrascas, mas sí sentires cercanos a borracheras léxicas. Pablo es de estirpe hacedora, hacedora de oraciones sacras y profanas y carnales; don Pablo hace más que relata. No diré que relata lo que hace porque también escribió demasiados relatos de cavernario tejido como para creer que los llevó todos a cabo, pero ustedes sabrán entenderme. El autor de las letras que siguen hace llover en las tierras estériles de los best-sellers, donde vale más la historia mil veces usada que la exclusiva contada alrededor de una hoguera. No dejen ustedes de descubrir al desconocido porque quizá algún día puedan presumir de que fueron los primeros en leerle. No dejen de hacerlo porque apenas los desconocidos son capaces de sorprender, y la sorpresa es la lluvia en el desierto. Sin más preámbulos, sorpréndanse.
MARIA JOSE CRESPO – Murcia, España.
Bienvenidos a juego de las palabras del recreador de mundos, el maestro relojero Pablo Martínez Burkett. Disfruten de sus universos en cada relato. Jueguen al juego de tahúres de la lectura. Vivan las múltiples vidas imaginadas. Quién se adentre en los engranajes de estas pequeñas obras de misterio, descubrirá el placer de la literatura.
JOAQUIM MATEU BARTROLI – Barcelona, España.
Lo bueno de escribir estas palabras es que he podido repasar, releer, leer de nuevo, leer por primera vez. Y me gusta. Me gustan sus relatos. Yo siempre pienso que un relato que te deja sensación de inacabado, que te obliga a pensar, que la mente te pide más, pienso que es un buen relato. A veces las cosas no están en las palabras. A veces lo que uno quiere transmitir, no lo puede plasmar en vocabulario, en palabras, en signos de interrogación o admiración. A veces lo que uno transmite es lo que no escribe. Y creo que Pablo lo sabe hacer muy bien.
Acabar un relato y quedarte pensando, rebuscando significados, pensando ´"¿Qué se me está escapando?", para mi es la mejor sensación que se puede tener al leer.
Una vez dijo: "Los relatos son como hijos, muy queridos unos, bastardos los otros, repudiados los más, agradecidos los menos. Hijos cuya gestación a veces nos lleva un instante, otras algunas horas, no pocos una sucesión de jornadas, y algunos, la vida misma". Cuánta razón hay en estas palabras, y él mejor que nadie lo sabe. Y qué mejor que juntarlos como a una gran familia. Es bueno que todos estén bajo el mismo techo.