No es ninguna novedad mi admiración por Borges. Mi biblioteca abriga cerca de 500 libros de crítica literaria sobre su otra y andaremos ya arriba de los 200 libros de su autoría, la colección Biblioteca Personal y tal.
Sin embargo, ninguna de mis pías posesiones se parece a esta. Junto a la tumba del Maestro, en el cementerio ginebrino de Plainpalais, donde yacen sus restos mortales, dos amigos (María José Madarnás Álvarez y el inmenso Carlos Díez) se han confabulado para que a la vera de las dos estrictas fechas, se acodara mi libro Forjador de Penumbras.
Como yo sé que a usted le hubiera gustado que le gustara algún trabajo mío, imaginar entonces una escena especular no sería del todo anómalo.
Porque con mi libro allí, en una desesperación de ternura, me hubiera aproximado a su tumba para decirle: -Jorge Francisco, Jorge Francisco Isidoro Luis, Jorge Luis querido, Georgie perdido para siempre, soy yo, soy Burkett.
Uno que se pasa el día traficando con palabras, difícilmente pueda dar con le mot juste que me permita significar toda la emoción que siento en estos momentos.
De modo que sólo me resta decir: Gracias amigos. Muchas gracias de corazón.
Ha sido un inmenso placer participar de esta pequeña sorpresa :-) Te mando un abrazo enorme :-D
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