Luciano Alonso, el hombre detrás de la máscara del Librero Humanoide, hace una reseña en su blog . No es cualquier reseña. Porque no sólo sabe de literatura sino que se gana los garbanzos vendiendo libros.
Con el auxilio de su admirado Kurt Vonnegut, traza una distinción entre arte abstracto y arte concreto y la adhesión voluntaria o acomodaticia de unos u otros y los laberintos de palabras por los que transcurre cierta producción literaria.
Luego analiza el contenido del libro con ojo avizor, crítico y dedicado. Me siento más que honrado por sus palabras, que a continuación transcribo:
"En algunos libros de Kurt Vonnegut, se plantea una cuestión que, a juzgar por la recurrencia con la que aparece, podemos suponer que preocupaba al autor. Me refiero a la interminable cuestión del arte. Más precisamente, a la diferencia entre arte abstracto y arte concreto. Y a la fundamental diferencia entre un artista abstracto por decisión y un artista abstracto por defecto. Los primeros, dominan técnicas complejas de teoría y práctica y son capaces de pintar lo que sea que quieran, según las circunstancias. Los segundos, no suelen dominar ninguna técnica ni teoría de nada y pintan lo que aprendieron o lo que les sale".
"Algunos piensan que los primeros son verdaderos artistas y los segundos unos farsantes. Pero el arte está lleno de capas y las máximas, aplicadas como teoría, suelen ser siempre disfuncionales. Kurt Vonnegut no extrae una conclusión determinante y me parece que es imposible extraer ninguna conclusión. Aunque vale la pena realizar esta distinción entre artistas que dominan técnicas complejas y poseen una formación académica sofisticada y los artistas que no, incluso cuando ambos decidan expresarse de la misma manera. Sinceramente aunque luzcan parecido, hay algo que distingue a unos de otros".
"La capacidad de reducir una página a una sola línea deviene en un texto de una densidad abrumadora. Esto es una característica, no un defecto ni una virtud. Se convierte en una cosa u otra, según el resultado.
Forjador de penumbras es una colección de cuentos cortos. En algunos casos, de apenas una página. El libro tiene 110 páginas y me demoré meses en terminar de leerlo. Pero no es un texto aburrido, lo que sucede es que luce como el minucioso trabajo de disecación y reducción hasta que se obtiene de ello un experimento de la cocina molecular, tan en boga por estos días. Una página de Forjador de penumbras equivale a unas diez páginas de sus otros hermanos de sangre".
"A esta altura de mi vida como lector, confieso que tengo cada vez menos paciencia con los malos escritores. Me aburren los debates sobre el posible poder de las palabras. Doy por sentado que lo tienen y que ellas son capaces de ejercer una influencia en el lector, y también en el autor. Entre otras cosas, lo que distingue a los malos poetas de los buenos, es que los malos poetas se dejan atropellar por las palabras, mientras que los buenos dominan la situación".
"Los malos poetas son insoportables porque envenenan el lenguaje. Las frases rimbombantes y pretenciosas son capaces de arruinar el deseo de una comunicación posible. Los malos escritores convierten a la fe de los semiólogos en una burla cruel".
Luego la aparición de un escritor forjado en el temple de los buenos, es algo que deba celebrarse, aunque sea con discreción".
"Pablo Martínez Burkett domina por completo el uso de las palabras, domina la táctica y la estrategia del juego y hace lo que le gusta y lo hace bien. Se abre paso en el campo de batalla con una autoridad que despierta respeto y revela su autoridad. La lectura de Forjador de penumbras es un alivio".
"Aunque lo más importante de todo este asunto es la afición por el género fantástico y la capacidad de reírse del absurdo".
"Si creen que es difícil encontrar buenos escritores, intenten buscar uno que -además- escriba Ciencia Ficción con miras pulp y después me cuentan".
"Volviendo al punto de partida, Forjador de penumbras al menos ofrece un cuento (Regreso a Los Perales) que demuestra que estamos hablando de un escritor profesional. Todavía hoy (y pese a los avances que se han hecho al respecto), ningún escritor profesional que se precie escribe Ciencia Ficción. La única razón por la que un escritor que puede escribir cierto tipo de narrativa digna de convertirse en bestseller decide no hacerlo, es porque se trata de un escritor honesto. Detrás de Forjador de penumbras hay una afición a la Ciencia Ficción más trucha, la más berreta. Y eso de la mano de un escritor de ley, es algo valioso. Totalmente valioso. La "gente bien" no suele interesarse en esas cosas. La "gente bien" sólo lee a los clásicos, porque no entiende que los mejores no se le hacen asco a nada y deberían saber que Jorge Luis Borges era tan aficionado a los clásicos como las novelitas pulp".
"En algunos libros de Kurt Vonnegut, se plantea una cuestión que, a juzgar por la recurrencia con la que aparece, podemos suponer que preocupaba al autor. Me refiero a la interminable cuestión del arte. Más precisamente, a la diferencia entre arte abstracto y arte concreto. Y a la fundamental diferencia entre un artista abstracto por decisión y un artista abstracto por defecto. Los primeros, dominan técnicas complejas de teoría y práctica y son capaces de pintar lo que sea que quieran, según las circunstancias. Los segundos, no suelen dominar ninguna técnica ni teoría de nada y pintan lo que aprendieron o lo que les sale".
"Algunos piensan que los primeros son verdaderos artistas y los segundos unos farsantes. Pero el arte está lleno de capas y las máximas, aplicadas como teoría, suelen ser siempre disfuncionales. Kurt Vonnegut no extrae una conclusión determinante y me parece que es imposible extraer ninguna conclusión. Aunque vale la pena realizar esta distinción entre artistas que dominan técnicas complejas y poseen una formación académica sofisticada y los artistas que no, incluso cuando ambos decidan expresarse de la misma manera. Sinceramente aunque luzcan parecido, hay algo que distingue a unos de otros".
"La capacidad de reducir una página a una sola línea deviene en un texto de una densidad abrumadora. Esto es una característica, no un defecto ni una virtud. Se convierte en una cosa u otra, según el resultado.
Forjador de penumbras es una colección de cuentos cortos. En algunos casos, de apenas una página. El libro tiene 110 páginas y me demoré meses en terminar de leerlo. Pero no es un texto aburrido, lo que sucede es que luce como el minucioso trabajo de disecación y reducción hasta que se obtiene de ello un experimento de la cocina molecular, tan en boga por estos días. Una página de Forjador de penumbras equivale a unas diez páginas de sus otros hermanos de sangre".
"A esta altura de mi vida como lector, confieso que tengo cada vez menos paciencia con los malos escritores. Me aburren los debates sobre el posible poder de las palabras. Doy por sentado que lo tienen y que ellas son capaces de ejercer una influencia en el lector, y también en el autor. Entre otras cosas, lo que distingue a los malos poetas de los buenos, es que los malos poetas se dejan atropellar por las palabras, mientras que los buenos dominan la situación".
"Los malos poetas son insoportables porque envenenan el lenguaje. Las frases rimbombantes y pretenciosas son capaces de arruinar el deseo de una comunicación posible. Los malos escritores convierten a la fe de los semiólogos en una burla cruel".
Luego la aparición de un escritor forjado en el temple de los buenos, es algo que deba celebrarse, aunque sea con discreción".
"Pablo Martínez Burkett domina por completo el uso de las palabras, domina la táctica y la estrategia del juego y hace lo que le gusta y lo hace bien. Se abre paso en el campo de batalla con una autoridad que despierta respeto y revela su autoridad. La lectura de Forjador de penumbras es un alivio".
"Aunque lo más importante de todo este asunto es la afición por el género fantástico y la capacidad de reírse del absurdo".
"Si creen que es difícil encontrar buenos escritores, intenten buscar uno que -además- escriba Ciencia Ficción con miras pulp y después me cuentan".
"Volviendo al punto de partida, Forjador de penumbras al menos ofrece un cuento (Regreso a Los Perales) que demuestra que estamos hablando de un escritor profesional. Todavía hoy (y pese a los avances que se han hecho al respecto), ningún escritor profesional que se precie escribe Ciencia Ficción. La única razón por la que un escritor que puede escribir cierto tipo de narrativa digna de convertirse en bestseller decide no hacerlo, es porque se trata de un escritor honesto. Detrás de Forjador de penumbras hay una afición a la Ciencia Ficción más trucha, la más berreta. Y eso de la mano de un escritor de ley, es algo valioso. Totalmente valioso. La "gente bien" no suele interesarse en esas cosas. La "gente bien" sólo lee a los clásicos, porque no entiende que los mejores no se le hacen asco a nada y deberían saber que Jorge Luis Borges era tan aficionado a los clásicos como las novelitas pulp".
"Hay en Forjador de penumbras una reproducción casi exacta de otros libros. Hay, entre sus páginas, toda una biblioteca entera. Quizás no haya sido intención del autor o quizás sí, pero la verdad es que no importa. Vale mencionarlo y destacarlo como una prueba que avala mi teoría: Los buenos lectores son buenos escritores y no hay más que decir".
Muchas gracias.
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